viernes, 13 de mayo de 2016

Dulcinea Primavera












Un día la primavera decidió regalarme su corazón, recubierto de flores y animales, de luz y de emociones. Decidió regalarme el renacimiento de la vida, el resurgimiento de las mariposas, el rugido del bosque y el anochecer de las 12. 
Le dio por incluir la lluvia para alimentar a los caracoles, el viento para hacer bailar a los pétalos y hojas de las plantas y el rayo sol para hacer mi cabello un tanto más claro.
En fin, la dulce primavera nos hizo un regalo, pena que no quisiésemos aceptarlo, porque era el 
mejor regalo que nadie me había dado. 
Por suerte, todavía en este siglo que nos encontramos, siguen llegando unas pinceladas de su cariño y en mi terraza junto a mi espléndida gallina americana y la huerta ecológica improvisada, le han dado por florecer unas amapolas, rojas como la pasión y verdes como la esperanza. 
La esperanza que necesitamos para mantener a mi querida Dulcinea, la Primavera.


No hay comentarios:

Publicar un comentario