domingo, 1 de noviembre de 2015

El sabor dulce de los proyectos

Estoy empezando a ser un poco sinestesica, si no sabéis lo que es, interpretarlo a vuestra manera.
Soy una enorme fan de tener cosas que hacer, objetivos que cumplir y metas que cruzar y mi gran problema es que estos aumentan y mi tiempo disminuye. Si contásemos, el tiempo que suelo dedicar al gran mundo de Internet, a cotillear, a mis seres queridos y a los malditos examenes podríamos decir que nunca o casi nunca llego a cumplirlos del todo. Por eso, después de descubrirme, sé que soy una persona extraña y que lo que mejor sé me da es imaginar y crear en el momento, es decir, improvisar y esos son mis mejores proyectos.
Así que aquí os traigo un gran proyecto pensado hace mucho tiempo; pero cumplido esta mañana (cuando debería haber estado estudiando mates) y se trata de un cuello de lana. El año pasado me aficioné a tejer y lo terminé más o menos y solo hoy he sido capaz de ponérmelo y de darle ese toque que lo diferencie de los demás.
Espero que os guste mucho el resultado, a mi me encanta, me parece que para este otoño es precioso y calentito. Por cierto, ya tengo en mente hacerle uno más anchito y de otro color a una amiguita, por lo tanto, ya tengo otro proyecto:D
Fin.





Esas tardes de otoño en las que no sabes que hacer,
el viento corre por todos los luagres y solo se ven las
hojas caer, a veces solo nos falta mirar al cielo 
y observar las nubes, sacar nuestro lado más creativo, 
ese que dejamos sin querer abandonado en un rincón
de nuestra infancia.
No viene mal sacarlo de vez en cuando.

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